miércoles, 10 de julio de 2013



LAS CIUDADES INVISIBLES


Ahora mismo no soy más que un viajero. Mis títulos no obtenidos, las cicatrices que he observado por ellos y toda mi propia vida no valen más que el polvo de la suela de mis zapatos.

Dejé todos los libros en paz. Los innombrables, los incunables, los únicos y elegí éste, que se asomaba hacia mi mano con ímpetu de fuga: “LAS CIUDADES INVISIBLES” de Italo Calvino, a partir de entonces, soy un viajero que llega a este volumen como a una ciudad libro.

Entrar en “LAS CIUDADES INVISIBLES” es penetrar en una aldea que esta hecha del mismo Calvino: “Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante” el lector se encontrará con un poblado que es escritor hecho casas, su cabeza es taberna, y el espacio hueco que dejó su cerebro envidiado de leyendas e imágenes abstractas es ahora una barra atendida por una señora gorda que derrama cerveza en vasos de vidrio. El brazo derecho en cambio, es una escuela a donde asisten los niños de “Italolandia”; los “calvinenses” viven en el pecho. En el corazón partisano combativo, hoy hay una capilla donde veneran  una estampita hecha de combinaciones de dioses posibles.

Entrar a LAS CIUDADES INVISIBLES implica vestirse de Marco Polo, de veneciano y de piloto largo, de botas hechas de cueros de bestias extintas, de caminantes que al cabalgar largamente por tierras agrestes les asalta el deseo de una ciudad y luego, al abandonarlas se llevaran de ellas sus formas impregnadas en relatos bordados de olores y leyes inertes en estas tierras de hoy en día.

Porque las Ciudades, si bien son de este mundo, no son de este mundo, ni de este tiempo, las ciudades son en su propio y personal aquí y ahora, y Calvino, que ya no es cubano, ni italiano, ni esposo de una argentina, ni escritor, ni revolucionario, sino solo viajero, observador, vestido de Marco Polo recorriendo los recovecos de ese universo mágico, que es un propia mente infinita proyectada en letras.

Recomiendo absolutamente “LAS CIUDADES INVISIBLES” de Italo Calvino, sus relatos breves son básicamente postales de mundos imposibles al ojo racional, dotados de una belleza de ingenio que embriagan al espectador de sutileza y fantasía, que es libertad para el alma y la mente, que es alimento, una fruta exquisita a la hora de educar, ya que luego de innumerables puertos, la experiencia del viajero, la de Marco Polo, la de Italo Calvino en definitiva es, humildad ante el misterio de la fantasía.

LAS CIUDADES INVISIBLES, Italo Calvino. Editorial Siruela

José Luis Gallego

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