LAS
CIUDADES INVISIBLES
Ahora
mismo no soy más que un viajero. Mis títulos no obtenidos, las cicatrices que
he observado por ellos y toda mi propia vida no valen más que el polvo de la
suela de mis zapatos.
Dejé
todos los libros en paz. Los innombrables, los incunables, los únicos y elegí éste,
que se asomaba hacia mi mano con ímpetu de fuga: “LAS CIUDADES INVISIBLES” de
Italo Calvino, a partir de entonces, soy un viajero que llega a este volumen
como a una ciudad libro.
Entrar
en “LAS CIUDADES INVISIBLES” es penetrar en una aldea que esta hecha del mismo
Calvino: “Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante” el lector se
encontrará con un poblado que es escritor hecho casas, su cabeza es taberna, y
el espacio hueco que dejó su cerebro envidiado de leyendas e imágenes
abstractas es ahora una barra atendida por una señora gorda que derrama cerveza
en vasos de vidrio. El brazo derecho en cambio, es una escuela a donde asisten
los niños de “Italolandia”; los “calvinenses” viven en el pecho. En el corazón
partisano combativo, hoy hay una capilla donde veneran una estampita hecha de combinaciones de
dioses posibles.
Entrar
a LAS CIUDADES INVISIBLES implica vestirse de Marco Polo, de veneciano y de
piloto largo, de botas hechas de cueros de bestias extintas, de caminantes que
al cabalgar largamente por tierras agrestes les asalta el deseo de una ciudad y
luego, al abandonarlas se llevaran de ellas sus formas impregnadas en relatos
bordados de olores y leyes inertes en estas tierras de hoy en día.
Porque
las Ciudades, si bien son de este mundo, no son de este mundo, ni de este
tiempo, las ciudades son en su propio y personal aquí y ahora, y Calvino, que
ya no es cubano, ni italiano, ni esposo de una argentina, ni escritor, ni
revolucionario, sino solo viajero, observador, vestido de Marco Polo recorriendo
los recovecos de ese universo mágico, que es un propia mente infinita
proyectada en letras.
Recomiendo
absolutamente “LAS CIUDADES INVISIBLES” de Italo Calvino, sus relatos breves
son básicamente postales de mundos imposibles al ojo racional, dotados de una
belleza de ingenio que embriagan al espectador de sutileza y fantasía, que es
libertad para el alma y la mente, que es alimento, una fruta exquisita a la
hora de educar, ya que luego de innumerables puertos, la experiencia del
viajero, la de Marco Polo, la de Italo Calvino en definitiva es, humildad ante
el misterio de la fantasía.
LAS
CIUDADES INVISIBLES, Italo Calvino. Editorial Siruela
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