He visto a los niños correr
salir de a cientos de los edificios
en ruinas.
y me encontré a los hombres
malos.
Algunos usaban uniformes.
Les conté cuentos, les hablé efectivamente
como me gusta que me traten cuando
pregunto por una calle en medio
de la niebla.
Finalmente, de los peores rostros,
de los más malos, aparecieron
sus niños,
sus almas frescas, de rostros
sucios y maltratados,
sus niños escapistas e invertebrados,
abandonados como Hansel y Gretel
en
el bosque de la incertidumbre
a la que llamamos
civilización.
He visto a los niños correr
Salir de a cientos de los edificios
e ruinas.
Luchar contra la adversidad desarmadamente
y
ganarle unos minutos al día.
Una bolsa de tolueno como objeto
mágico y un fierro desarmado
como toda novia
pueden ser las mil caras del héroe.
Que avanza y,
de lo que queda,
construiremos entre todos
alguien para encerrar hasta
que se convierta
en algo.
De manera
que
los malos queden
adentro.
Pero adentro de los malos
yo estuve hablando
y he visto sus almas frescas,
de rostros sucios y maltratados,
sus niños escapistas e invertebrados,
abandonados,
solos entre la incertidumbre.
He visto a los niños correr.
Salir de a cientos de los edificios
en ruinas.
José Luis Gallego
5/8/2013
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