martes, 8 de octubre de 2013

Sentí una ola. Una ola de almas que sienten, de mentes que atienden, observan, aman.
Como esas olas que surfean unos tipos muy locos. Surf de olas gigantes le dicen, es un deporte de riesgo, usás casco ponele, y hay que hacerse remolcar por un jetsky, porque si querés remarla solito, la ola te come, te morfa. Son olas de muchos metros, toneladas de agua. Realmente la naturaleza adopta formas maravillosamente creativas. Estas olas son un ejemplo y, los surferos temerarios, las doman, les hacen cosquillas.

Yo sentí una ola, de almas. Se notaba claramente la energía del público bajando por las butacas,  generando una pequeña gravitación, ponele, te levantaba, el ánimo por lo menos, las ánimas te levantaban el ánimo, se sentía.

Estar en esa pastilla roja, conectado, comunicado con el público de TEDx Río de la Plata, fue eso, reírse de la plata, de la ambición y conectar con el todo.

No me sentí un surfero, yo me sentí parte de una ola, y los sentí a todos. Fue una experiencia que me dejó atrapado en ese instante. Ahora puedo prender el proyector de mi memoria y retrotraer cada segundo, con su sonido, su mirada tal cual, en hd, con sonido pulenta.

Y eso quería compartir, mi sentir, porque me rebalsa, lo quiero guardar pero sigue leudando.

Y a su vez, el conjunto, le colectivo, el grupo. Cada charla, como una pastilla roja homeopática que abre en el interior de una situación: compré porotos negros, camino por el súper pensando en Narda, en el sistema despiadado, pero lo disfruto, como el último de los Brenman, intensamente, este momento que me dedico a escribirles, y en mi mente aparece la carita de Walter (pero con un cuerpo chiquito y una remerita que aclara: Bonus) y dice: “Estas doscientas sesenta y siete palabras para ser exactos”.
Hay monos de Eduardo por mi living que me interpelan en nombre de mi ex, y también está Diego, acompañándome en estos días, diciéndome al oído que se puede, a pesar de todo y de todos, ser uno mismo e, inevitablemente, incorporo a Oyola, y me río de todo, pero serio. Siento que esa es la forma: ser yo, mi propio couver, mi propia fonética. También esta Fernanda, dictándome estas oraciones. Encuentro y redescubro viejos juegos, comprendo el mensaje escondido detrás de los carteles de las avenidas. No se, Ted me dejó en este estado, y yo quería saber qué hago, con todo esto, porque es un montón. ¿Hay ART?

Los quiero, mucho no nos conocemos, pero los siento cerca, esa ola que fuimos está en un lugar de nosotros para siempre. Ha adquirido el carácter de eternidad, como un frasquito con arena de Mar del Plata, durará por siempre y esto, de mínima nos hace parientes de ese instante. Algo así como la familia de la ola TED, una ola de ideas, de transformación hacia un futuro mejor y más bello.
Gracias a todos: TEDx Río de la Plata, zarpado evento.
Gracias por cuidarnos mucho y por poner todo.
Shanti.


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