Sentí una ola. Una ola de
almas que sienten, de mentes que atienden, observan, aman.
Como esas olas que
surfean unos tipos muy locos. Surf de olas gigantes le dicen, es un deporte de
riesgo, usás casco ponele, y hay que hacerse remolcar por un jetsky, porque si
querés remarla solito, la ola te come, te morfa. Son olas de muchos metros,
toneladas de agua. Realmente la naturaleza adopta formas maravillosamente
creativas. Estas olas son un ejemplo y, los surferos temerarios, las doman, les
hacen cosquillas.
Yo sentí una ola, de
almas. Se notaba claramente la energía del público bajando por las butacas, generando una pequeña gravitación, ponele, te
levantaba, el ánimo por lo menos, las ánimas te levantaban el ánimo, se sentía.
Estar en esa pastilla
roja, conectado, comunicado con el público de TEDx Río de la Plata , fue eso, reírse de la
plata, de la ambición y conectar con el todo.
No me sentí un surfero,
yo me sentí parte de una ola, y los sentí a todos. Fue una experiencia que me
dejó atrapado en ese instante. Ahora puedo prender el proyector de mi memoria y
retrotraer cada segundo, con su sonido, su mirada tal cual, en hd, con sonido
pulenta.
Y eso quería compartir,
mi sentir, porque me rebalsa, lo quiero guardar pero sigue leudando.
Y a su vez, el conjunto,
le colectivo, el grupo. Cada charla, como una pastilla roja homeopática que
abre en el interior de una situación: compré porotos negros, camino por el súper
pensando en Narda, en el sistema despiadado, pero lo disfruto, como el último
de los Brenman, intensamente, este momento que me dedico a escribirles, y en mi
mente aparece la carita de Walter (pero con un cuerpo chiquito y una remerita
que aclara: Bonus) y dice: “Estas doscientas sesenta y siete palabras para ser
exactos”.
Hay monos de Eduardo por
mi living que me interpelan en nombre de mi ex, y también está Diego, acompañándome
en estos días, diciéndome al oído que se puede, a pesar de todo y de todos, ser
uno mismo e, inevitablemente, incorporo a Oyola, y me río de todo, pero serio.
Siento que esa es la forma: ser yo, mi propio couver, mi propia fonética. También
esta Fernanda, dictándome estas oraciones. Encuentro y redescubro viejos
juegos, comprendo el mensaje escondido detrás de los carteles de las avenidas. No
se, Ted me dejó en este estado, y yo quería saber qué hago, con todo esto,
porque es un montón. ¿Hay ART?
Los quiero, mucho no nos
conocemos, pero los siento cerca, esa ola que fuimos está en un lugar de
nosotros para siempre. Ha adquirido el carácter de eternidad, como un frasquito
con arena de Mar del Plata, durará por siempre y esto, de mínima nos hace
parientes de ese instante. Algo así como la familia de la ola TED, una ola de
ideas, de transformación hacia un futuro mejor y más bello.
Gracias a todos: TEDx Río
de la Plata ,
zarpado evento.
Gracias por cuidarnos
mucho y por poner todo.
Shanti.
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